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PASCUA DEL P. JOSÉ FRANCISCO PONCE DE LEÓN MAGAÑA, MSPS

27 de marzo de 2025
El Padre José Francisco Ponce de León Magaña, nació en Morelia, Michoacán el 3 de marzo de 1948. Sus padres fueron Nicolás Ponce de León y Amparo Magaña, quienes engendraron 12 hijos, de los cuales murió el segundo, siendo Francisco el tercero. Entró a la E.A.O. en 1962, al terminar hizo el noviciado en Tlalpan, con los padres Antonio Gutiérrez y Luis Ruíz. Su primera profesión la realizó el 15 de agosto de 1970.

El Padre José Francisco Ponce de León Magaña, nació en Morelia, Michoacán el 3 de marzo de 1948. Sus padres fueron Nicolás Ponce de León y Amparo Magaña, quienes engendraron 12 hijos, de los cuales murió el segundo, siendo Francisco el tercero. Entró a la E.A.O. en 1962, al terminar hizo el noviciado en Tlalpan, con los padres Antonio Gutiérrez y Luis Ruíz. Su primera profesión la realizó el 15 de agosto de 1970. Cursó la filosofía en Guadalajara y fue enviado, junto con otros compañeros, a estudiar la teología al seminario de Camarillo, Ca. Fue consagrado sacerdote en la ciudad de México, en la Parroquia de la Santa Cruz del Pedregal por el cardenal Ernesto Corripio Ahumada, el 24 de septiembre de 1978.
Ejerció su sacerdocio en las parroquias de La Mesa, Tijuana, en Mexicali y Ensenada. Después de varios años de párroco lo envían a la ciudad de México, en la Col. Las Águilas, donde estaba el Teologado; aquí tuvo una fuerte caída de la cual le vino un gran derrame cerebral quedando muy atrofiado en sus facultades físicas, motoras del habla y la memoria.

Su hermana Rosalía y su cuñado Jorge, lo acogieron varios años en su casa de Guadalajara, llevándolo durante 3 años a rehabilitación, con lo cual recuperó el habla y el poder caminar con dificultad, pero su mentalidad quedó reducida a un niño de pocos años. Fue de los primeros moradores de Casa San José, fundada el 19 de marzo de 2016. Se la pasaba la mayor parte del tiempo jugando dominó cubano y a las cartas. Era una persona alegre, vivió su ministerio con gran dedicación, dejando una huella imborrable en todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo. El día de ayer 26 de marzo a los 77 años de edad regresó a la casa del Padre, nuestro querido hermano Paco.

J. Jesús García Gómez, M.Sp.S.
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Crónica de la ordenación diaconal de los HH. Álvaro y Alonso MSpS

1 de marzo de 2025
Este día lo vivimos con gran alegría, porque celebramos la ordenación diaconal de nuestros hermanos Álvaro Nieto y Alonso Prieto MMSpS. Fue un motivo muy especial para reunirnos como familia de la cruz y como iglesia. La celebración tuvo lugar en la parroquia “Cruz del Apostolado”, en Guadalupe Nuevo León; la Eucaristía fue presidida por nuestro hermano Gustavo García Siller MSpS, Arzobispo de San Antonio, Texas.

Fue emotivo ver la diversidad de personas que se dieron cita, gente de diferentes partes de México, y sobre todo, la participación de nuestros hermanos de Chihuahua, quienes compartieron con nosotros su cultura. Lo disfruté mucho, sobre todo el ambiente de familia y la cercanía que se vivió en todo momento.
Después de la Eucaristía, seguimos celebrando en el atrio de la parroquia. Familias, amigos y personas cercanas formaron largas filas para tomarse fotos, intercambiar abrazos y ofrecerles buenos deseos para su nuevo ministerio que se vive junto con otros. La música de la región (un fara fara, como dicen en Monterrey) le dio un ambiente de fiesta, y la comida, que la comunidad nos compartió con generosidad.
Al terminar la comida, tuvimos un encuentro con adolescentes y jóvenes, con el objetivo de seguir promoviendo la vocación a la vida y dar gracias por el “sí” que Álvaro y Alonso han dado al ministerio del diaconado. Ese encuentro nos permitió mirar dentro de nosotros mismos, reflexionar sobre cómo nos ha acompañado Dios en nuestra vida, más tarde, nos dimos un tiempo para orar y dar gracias por sus vidas.

Para cerrar, Álvaro nos compartió su testimonio, hablándonos de su vida, su recorrido hasta este momento de consagración y respondió a todas las preguntas, dudas y curiosidades de los jóvenes. Fue un momento de compartir muy enriquecedor.
Cronista: H.E. Egar Alejandro Acevedo Ricalday MSpS
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“Sermón para los de la Cruz”: composición de Concepción Cabrera a los Misioneros del Espíritu Santo

Dra. Mariana Gómez Villanueva
AHMSpS
Este marzo se cumplen ochenta y ocho años del fallecimiento de Concepción Cabrera. En el marco de esta conmemoración, quisimos compartir este texto escrito hace ciento veinte años para los “hijos de la Cruz”. Desgraciadamente, el documento original se encuentra incompleto, sin embargo, en su momento, el padre Alfredo Vizoso realizó una copia mecanuscrita.
El contexto de este escrito abre la puerta para la comprensión de los sentimientos y emociones que estaba experimentando Cabrera en ese momento. Fueron años convulsos para ella y para Félix Rougier, pues veían cómo la quinta Obra de la Cruz se desmoronaba sin siquiera haber tenido vida. El sueño de la fundación de los Religiosos de la Cruz parecía más lejano que nunca, pues se encontró de frente con la oposición de la Sociedad de María, así como de otros personajes nodales, como el R.P. Luis Coperé, entonces Procurador General de la Sociedad de María y postulador de importantes causas de beatificación.[1]
En agosto de 1904, el entonces superior general de la Sociedad de María, el R.P. Antonio Martin, había ordenado al padre Félix no involucrarse más con las Obras de la Cruz ni con Concepción Cabrera. Entonces fue enviado a la casa de los maristas en Barcelona y sus posibilidades de regresar a México se esfumaron, así fue como inició lo que él mismo denominó “su destierro”.[2] A partir de ese momento, Félix no pudo seguir labrando el camino para la fundación de los futuros Misioneros del Espíritu Santo, pues su superior le había dado a su cargo una gran cantidad de trabajo, tanto como profesor, confesor de varias comunidades religiosas, encargado de los Catecismos de las Escuelas francesas y colaboró también en diferentes obras de asistencia. A partir de ese momento y por los siguientes casi diez años, Félix no pudo involucrarse con nada relacionado a la posible fundación de los Religiosos de la Cruz.
Por su parte, para Concepción las cosas tampoco iban bien. En el año de 1905 vivió diversas enfermedades, entre ellas una llaga en el pie que tardó en curarse. Además, falleció su madre en el mes de febrero y, ocho meses después, su hermana Clara.[3] En su Cuenta de Conciencia compartió el gran pesar que le causaban estas cuestiones, pero también no ver realizado el “oasis de hombres”, así como su cambio de director espiritual:
Estoy enferma y resintiendo el peso de la Cruz… Oh Dios mío, piedad y fortaleza! Soy feliz sin embargo, en medio del dolor. (…) Mucho sufro… y la enfermedad del cuerpo me agobia. Bendito el Señor por todo! (…) Marzo 8. He estado enferma y la llaga del pie no se quiere aliviar; siquiera eso le ofreceré a mi Jesús, a quien tanto amo. Se me ha escondido y yo me muero sin Él.
Veo como frías a las personas allegadas a la Obra, veo como tan lejos el Oasis de hombres… Me pone Satanás, sin duda, el pensamiento de que el padre Félix ha cambiado. Oh no, eso no, me digo, pero la duda me hace llorar![4]
Entre estos muchos dolores, Concepción escribió a puño y letra un texto de once páginas que inició en el mes de abril de 1905. El título completo de éste fue “Como sermón que se me ocurrió escribir como si yo fuera hombre. Para los de la Cruz”. En éste, Conchita imaginó cómo debería ser un Religioso de la Cruz, las inquietudes que debía tener y el camino que debían buscar. Es uno de los primeros textos que abordaron el espíritu, el carisma y la identidad de los futuros Misioneros del Espíritu Santo.
Dejamos, pues, algunos extractos de éste que, debido a su extensión, nos fue imposible copiar en su totalidad.


- Fotografía del pasaporte de Concepción Cabrera, 1913. Fototeca, CCA.
- Concepción Cabrera con dos de sus amigas de Monterrey durante el Congreso Eucarístico Internacional de Chicago, en junio de 1926. AHMSpS, Fototeca, CCA.
1905
JHSLa Religión de la Cruz será el asilo digo, de la Pureza, el Belén de la humildad, el calvario de la mortificación y la resurrección del hombre viejo, en espiritual y santo. Ahí está el calor del Espíritu Divino y su nido amoroso… ahí se vivirá del amor, y ese amor santo, es el que inmola voluntariamente y sacrifica, haciendo sonreír a los que se entregan a él.
En esa religión está el semillero de santos, con tal de que las almas que en ella habiten se entreguen a Jesús sin reserva. (…)
¡Qué grande, qué perfecta, qué pura es la Religión de la Cruz, el Oasis de Jesús, comparado con el dolor y con amor! ¿Queréis venir a ella? ¿queréis ser sus hijos? ¿deseáis conocer las riquezas, los ocultos encantos del sacrificio? ¿queréis ocultaros, perderos, aniquilaros, para que reine y triunfe la Cruz? Venid… venid con los brazos abiertos para sacrificaros, con el fuego en el alma, para quemaros como incienso, dentro del Corazón de Jesús. (…)
“Dame almas puras, almas crucificadas”. Ha llegado el tiempo, Señor, marcado por ti para fundar esta Obra ¿en dónde están? ¡Ah! Mi corazón, siento nacer esas vocaciones divinas, que pisando toda sensualidad, solo anhelen crucificarse… inmolarse… ser víctimas puras, en unión de la gran Víctima amadísima del Calvario.
Su misión es muy alta, extender el culto del Espíritu Santo, y hacerlos hijos míos, amor de todos los corazones. Quiere el Señor escoger una legión especial a la cual comunicará este Santo Espíritu particulares gracias para su salvación y la de otros muchos infundiéndoles el espíritu de la Cruz para que sepan comunicarlo.
Con su luz, con su auxilio, se destruirán los vicios y se plantarán las virtudes. Él ayudará con sus dones y sus frutos a los Religiosos de la Cruz y en sus obras de celo, como al pie del Sagrario, en donde habrá continua adoración, de día y de noche, sabrá endulzar en todo momento nuestras penas y hacernos subir a Él y vivir de Él, por medio de la Cruz en la unión más íntima y amorosa, la cual solo se efectúa por medio del padecer.
La Cruz no puede reinar en las almas sin el Espíritu Santo y el Espíritu Santo reinará en las almas el día que estas se arrojen al sacrificio, limpias y purificadas. (…)
Verdaderamente, hijos muy amados, solo el Espíritu Santo fuente de toda pureza, de toda luz, de todo amor activo, puede inspirar el deseo de sacrificios, puede dar a conocer los primores de la Cruz. Él será la fortaleza de los mártires del Oasis como es su especial Patrono. Él infundiendo su soplo divino a los apóstoles de la Cruz los impulsará a seguirme… a atravesar los mares, para fundar el asilo del amor y del dolor, tendréis que vencer penas, dificultades y amarguras con la constancia en el corazón. Tendréis que ser unas víctimas siempre dispuestas al holocausto, al sacrificio que al Señor lo agradare. Comeréis y vestiréis como pobres discípulos del que no tuvo una piedra donde reclinar su cabeza.
Vuestra vida será mixta. Se ocuparán los Religiosos unos, dando misiones, y otros al pie del Sagrario. El confesionario será una de las ocupaciones principales. Más para todo esto, primero os formaréis en el molde de la Pureza y de la Cruz.
La Santísima Virgen María será el encanto de nuestras casas. Ella es ya la Reina, la Superiora, la Madre tiernísima de los Oasis. Bajo su inmaculado manto viviremos dichosos, escudados de todos los peligros de nuestras pasiones. Su devoción, su culto y enamorar a las almas de Ella será nuestra ocupación constante; todas nuestras penas y alegrías, nuestros trabajos y nuestras obras, serán depositadas en su purísimo Corazón para que ella las ofrezca a nuestro amadísimo Jesús. María y la Cruz, son indispensables; ella, después de Jesús, fue la criatura más pura y crucificada y su inocente corazón respiraba sufría y se sacrificaba al compás del de Jesús y por el mismo fin. La primera figura de los Oasis es María.
Conclusión
Quiero ser tu Cruz Salvador de mi alma, y que me des muchas cruces vivas para ofrecértelas, para que se sacrifiquen por ti. Quiero darte mil cruces, es decir, miles de Religiosos que con su pureza te consuelen y con sus sacrificios arranquen las espinas de tu Corazón amante… almas que comprendan los secretos del dolor… almas muertas a sí mismas y que transformadas por la caridad que brota de tu Cruz sean todas para ti, formando el jardín donde descanses y te demos gloria hasta la eternidad.[5]
[1] Félix de Jesús Rougier, Autobiografía y souvenirs, México, Edición Privada MSpS, pp. 43-44.
[2] Ibidem., p. 43.
[3] Jesús María Padilla, Concepción Cabrera de Armida, tomo III, México, Editorial La Cruz, 1986, p. 3.
[4] Concepción Cabrera, Cuenta de Conciencia, tomo 21, marzo de 1905, pp. 91-97.
[5] AHMSpS, fondo CCA, sección Fundadora, serie Escritos espirituales, caja 24, expediente 6.
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Revista La Cruz. MARZO-Abril 2025

Te invitamos a leer el nuevo número de la Revista La Cruz, correspondiente al bimestre marzo-abril:
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Celebración de la memoria litúrgica de Nuestra Madre en el Altillo

En la comunidad del Altillo, desde hace algunos años, cada 3 de marzo (y los días previos) realizamos alguna actividad para celebrar la memoria litúrgica de Nuestra Madre. Por tener sus restos mortales –¡sus reliquias!– en nuestra casa, sentimos especial responsabilidad de solemnizar esta celebración. En esta ocasión realizamos tres actividades.
El sábado 1 de marzo tuvimos la peregrinación del Centro de Espiritualidad de la Cruz San José del Altillo a la Basílica de Guadalupe. Unas setenta personas nos reunimos en el Altillo a las 9:30 a.m. y de allí nos trasladamos a la Villa de Guadalupe en un autobús y una camioneta, coordinados por el padre Juan Manuel Ayala y el padre Vicente Monroy respectivamente.
A las 10:30 a.m. nos reunimos junto a la estatua de san Juan Pablo II; éramos unas ciento sesenta personas, entre las que se encontraban unos veinte jóvenes, un grupo de sordos y las intérpretes, y los cinco MSpS del Altillo. Allí, el padre Alfredo Ancona dio una explicación sobre el Jubileo del Año Santo 2025 y la importancia de mantener viva la llama de la esperanza y de avivar esta virtud teologal en tantas personas tristes, pesimistas, desanimadas o que sienten que Dios las ha abandonado.
Después, de forma individual, pasamos por la Puerta Santa e ingresamos en la Basílica. La Virgen de Guadalupe nos acogió en su casa y en su corazón. Cada quién buscó un momento para orar frente a la imagen de Nuestra Señora o en la capilla del Santísimo.

A las 12 p.m. nos reunimos junto a la Cruz del Apostolado. Echamos de menos la presencia de algunas personas que por limitaciones físicas o por tener que usar bastón o silla de ruedas no pudieron subir al cerrito. El padre Vicente Monroy y la señora Dorita nos leyeron algunos textos de Nuestra Madre en los que ella narra la bendición de la Cruz del Apostolado, que se colocó en el cerro del Tepeyac, y la coronación pontificia de la imagen de la Virgen de Guadalupe; ambos hechos tuvieron lugar el 12 de octubre de 1895. La bendición de la Cruz del Apostolado fue realizada por monseñor Ramón Ibarra.
Al descender del cerrito, nos detuvimos unos momentos en el lugar donde estuvo la Capilla de las Rosas. El 25 de diciembre de 1914, en esa capilla se hizo la fundación de «nuestra amada Congregación». Recordamos a Concepción Cabrera, Félix de Jesús Rougier, Ramón Ibarra, Moisés Lira y Domingo Martínez, así como a las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús y a los laicos que estuvieron presentes en esa celebración.
La última estación fue en la Capilla de Indios. Allí, ante el Santísimo, tuvimos un momento comunitario de oración motivado por textos de Nuestra Madre. Para finalizar, el padre Miguel Castillo nos dio la bendición.
En todos los rostros –además de los signos de la asoleada– se manifestaba el gozo y la gratitud hacia Dios por habernos dado la gracia de participar en esa peregrinación del Jubileo de la esperanza en el contexto de la memoria litúrgica de la beata Concepción Cabrera; peregrinación que estuvo marcada por la presencia maternal de la Virgen María y por la presencia de la Trinidad, simbolizada en Cruz del Apostolado.
El domingo 2 tuvimos las cinco celebraciones eucarísticas ordinarias. Al final de cada una de las celebraciones de la mañana, quien presidía invitó a los participantes a ir a la cripta, donde están las reliquias de Nuestra Madre, para hacer un momento de oración y pedirle a Dios por sus intenciones, por intercesión de la beata Concepción Cabrera. Un buen número de fieles respondió a nuestra invitación.
La misa de las 7 p.m., que presidió el padre Juan Manuel, se celebró en la cripta; así que los participantes no tuvieron que trasladarse para orar.
Con gusto constatamos que entre los fieles del Altillo ha ido creciendo el conocimiento de Nuestra Madre, el amor a ella y la confianza en el poder de su intercesión. También hemos visto que ha crecido el número de peregrinaciones que viene a visitar el lugar donde están las reliquias de la beata Concepción Cabrera y a pedirle a Dios algún favor, por intercesión de esta esposa y madre de familia.
El lunes 3 de marzo, aniversario de la muerte de Nuestra Madre, tuvimos el encuentro de MSpS. Esto lo hemos venido realizando, durante algunos años, el 3 de marzo o el lunes siguiente a esa fecha. La coordinación de las diversas actividades de este día estuvo a cargo de Alfredo Ancona.
Nos reunimos veintitantos MSpS de las comunidades de la Casa General, la Casa Provincial (Provincia de México), Puebla (Huexotitla), el Teologado, el templo de San Felipe de Jesús, la parroquia de la Santa Cruz y del Altillo. Estuvieron también el padre Carlos Alonso, de la comunidad de Tuxtla Gutiérrez, que temporalmente está apoyando la pastoral del templo de San Felipe, y el padre Cecilio Félez, recién llegado a la Ciudad de México, que estuvo seis años en la comunidad de Bucaramanga.
A las 12 horas, en la cripta, tuvimos la celebración eucarística; presidió el padre Gerardo Herrera, superior de la comunidad del Teologado. Miguel Castillo animó la celebración con los cantos. Dimos gracias al Espíritu Santo por la obra de transformación en Jesucristo que realizó en Nuestra Madre y por todo lo que, por medio de ella, dio y sigue dando a su Congregación y a cada Misionero en particular. Y le pedimos que, por intercesión de esta laica, mística y apóstol, nos impulse a vivir con generosidad «nuestra hermosa vocación», que suscite vocaciones para nuestro Instituto, que bendiga el proyecto de internacionalización…

Posteriormente, Vicente Monroy guio a algunos de los participantes por las diversas salas del museo, les explicó la lógica con la que se había hecho cada sala y les mostró algunos de los objetos históricos allí exhibidos (como el confesonario en el que hace 122 años tuvo lugar el encuentro providencial de Concepción Cabrera y Félix Rougier). Mientras tanto, otros, que ya conocían el museo, conversaban en el Patio de los Naranjos disfrutando de una botana preparada por Juan Manuel Ayala.
Luego pasamos al comedor de la casa de ejercicios. Además de compartir los alimentos, tuvimos oportunidad de compartir experiencias, proyectos y anhelos, lo cual nos dio un nuevo impulso para ir consolidando el “nosotros congregacional” y para continuar trabajando por extender el reinado del Espíritu Santo.
Fernando Torre, msps – Cronista
