Nuestra Historia

Hace 100 años

CC CCA pp. 92-96. Septiembre y octubre 1924

Septiembre 30
En cama todos estos días con una gripa fuerte y bronquitis. ¡Todo por Dios! Mil pequeñas mortificaciones, soledades, etc. etc. etc…

Concluye el mes y yo en la inercia más congelada que pueda existir.

¡Oh Dios de mi corazón y de todo mi ser!, ¿y esto es vivir la encarnación mística? (…)

– Octubre 4
Comencé el mes en cama y he seguido enferma. ¡Bendito el Señor por todo!

Gozo

Se juntaron 180,000 firmas, casi en todos los estados, para pedir al I.S. Mora, [Excmo. Sr. José Mora y del Río] que se consagrara el congreso Eucarístico al Espíritu Santo, y en la primera junta fue concedido. También que al concluir el Congreso Eucarístico se selle consagrando al Espíritu Santo toda la nación.

¡Qué viva el Espíritu Santo! (…)

¡Señor!, que en estos ocho días que va a durar el Congreso todos mis minutos sean para Ti.

Te doy gracias, Señor, por el grande fruto que por la gira de los Misioneros en varias partes de la República, hayan hecho tanto bien, hayan sembrado la semillita, hayan sido recibidos honrando la Congregación (…).

– Octubre 11
Fui a Catedral al Congreso Eucarístico y mucho me conmovió la esplendidez del culto y los miles de almas que aclamaban a Cristo Rey.

Hace 50 años

MISIONERAS DE LA CARIDAD DE MARIA INMACULADA

VEINTICINCO ANIVERSARIO DE NUESTRA APROBACIÓN CANÓNICA

Padre, nuestro júbilo está en Ti, fuente de toda alegría, porque al celebrar el XXV Aniversario de Aprobación Canónica de nuestra Congregación, palpamos la sublimidad de tu amor que es vida, y aumenta en nosotros el gozo de nuestra donación total

Hace 25 años en la Iglesia Catedral de San Luis Potosí, presidiendo el acto el Excmo. Sr. D. Gerardo Anaya y Diez de Bonilla (Q.E.P.D.), entonces Obispo de la Diócesis, y en presencia de nuestro amado Padre Fundador (de feliz memoria), tenía lugar la Erección Canónica de nuestra Congregación, acto por el cual nacíamos oficialmente en la Iglesia que nos reconoció como Instituto Religioso. (…)

¡Cuántos favores de Dios el Padre bueno, de Jesús nuestro Hermano, y del Divino Espíritu en estos veinticinco años pasados bajo el manto de la Inmaculada Virgen María! Justo era dar gracias de manera solemne y también pedir perdón. Muchas de nuestras Hermanas celebraron en el Cielo este acontecimiento y seguramente, junto con nuestro Padre Fundador, intercedieron por nosotras. (…)

Banquete Eucarístico

(…) Vivimos momentos de sentida emoción en el “brindis sorpresa” que, a iniciativa del Excmo. Sr. Arturo Lona Reyes, ofrecieron a la Congregación nuestros invitados. (…)

El Dr. Manuel Falcón dijo haber echado a andar su imaginación, y haciendo una alegoría en forma poética, inspirado en la arquitectura barroca de las Iglesias de San Luis Potosí, personificó a dos angelitos, uno blanco y otro negrito. El angelito blanco lo llamó San Félix y al negrito lo llamó San Moisés, ambos en la presencia soberana de Dios. San Moisés, que era un poco tímido y humilde, se acerca a San Félix y codeándolo un poco le dice: Hoy que celebramos con gozo santo en la eternidad las Bodas de Plata de vida en la Iglesia de mis hijas, debemos pedirle a Dios un regalo especial para ellas. San Félix, participando de la alegría del hijo y de las nietas, se dirige al Padre Eterno y le dice: “Mira, te las brindo”.

Tomado del Cor Unum de Julio y Septiembre de 1974 pp. 111 y 112. Caja 13 Cor Unum

Hace 25 años

Septiembre de 1999 Moisés de Jesús. Un tesoro en un vaso de barro

El Arzobispo de México Card. Norberto Rivera Carrera, el 23 de junio entregó a las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada y a los Misioneros del Espíritu Santo el Edicto por el cual declaraba abierto el Proceso de la Causa de Canonización del Siervo de Dios Moisés Lira Serafín, MSpS., Religioso, Sacerdote, Fundador, hermano nuestro en el camino de la vida y futuro modelo para las mujeres y los hombres del tercer milenio.

Pero ¿quién es Moisés Lira Serafín? Permítanme presentarles algunas pinceladas de actualidad sobre nuestro hermano Moisés como “probadita” que despierte en nosotros, el deseo de conocerlo.

El P. Félix de Jesús Rougier de su puño y letra escribió el 4 de febrero de 1917: “Libro de Actas de Profesión. Acta No. 1 “Moisés de Jesús” (Moisés Lira Serafín, de Puebla. El suscrito, Pbro. De la Sociedad de María, (…) recibí los primeros votos del H. MOISÉS DE JESÚS (…)”

Nueve años después, el P. Félix nos revela cómo veía él a P. Moisés: “Muy amado hijo: Acabo de recibir de S.S. Pío XI el permiso tan ardientemente deseado. Mañana Dios Mediante, haré mis votos perpetuos en la Congregación de Misioneros del Espíritu Santo.  He querido avisar sin demora a mi primer compañero. Moisés es el primogénito entre los Misioneros del Espíritu Santo.

Como lo describe el P. Félix, Moisés Había nacido el 16 de septiembre de 1893, en Tlatempa, barrio de Zacatlán de las Manzanas, en el Estado de Puebla. La muerte le arrebató a su madre a la edad de 5 años, y las segundas nupcias lo separaron de su padre cuando iniciaba su adolescencia. Estos acontecimientos dejaron honda huella en el alma de Moisés, quien a la edad de 33 años y desde Roma, escribió: “Mi bueno y muy amado P. Félix de Jesús: ¿Le podré decir que estoy en paz? (…) la nube que viene a nublar el azul del cielo es la falta de confianza para con mi superior (…) Pida mucho por mí y no deje que bendecir a este “solitario””.

Moisés sabe, con las mujeres y los hombres del tercer milenio, la hondura de la soledad del corazón y la necesidad de la cercanía afectiva. Con ellos desea compartir su experiencia de salvación.  “En Roma le mandé decir a Nuestro Padre Félix: ya no aguanto, ya no puedo… pero nunca, en medio de todo, dejé a Nuestro Señor, le decía yo: tú lo sabes, si Tú no me ayudas, yo no puedo. Nada más la pura fe me sostuvo… y ¡claro! Pasó la prueba. ¿Qué se necesita? ¡Más Dios, más Dios!”

En este momento de gracia, en el que, al hablar de Cristo Sacerdote y Víctima, lo descubrimos un Cristo Solidario hasta el extremo. Moisés nos aparece confesando y auxiliando a los enfermos de viruela negra, literalmente amontonados en el Lazareto de Tlalpan. Ahí se contagió enfermándose tan gravemente que el médico lo desahució. En el México de los 30’s, marcado por la guerra, la persecución religiosa y la pobreza, Moisés piensa en hacer visible el amor y la ternura del Padre de los cielos, tendiendo la mano a los más pobres y necesitados con el apostolado de la bondad. Y piensa entonces en un grupo de “religiosas en el mundo” que abrieran las puertas a toda persona necesitada sin más requisito que el de la necesidad.

Una viñeta más: ahora que entre los Misioneros del Espíritu Santo recuperamos lentamente el deseo de hacer de la dirección espiritual, el más característico de nuestros medios, una respuesta concreta para los hombres y mujeres de nuestro mundo, Moisés nos aparece como un apóstol del confesonario y de la dirección espiritual: “ansío trabajar como y cuanto pueda en un confesonario, en la oscuridad, en el silencio”, “No aspiro a más, no a tener almas hijas, dirigidas, sino a amarte y hacerte amar de todos, eso y no más…”

El haber sido nombrado Postulador de la Causa me ha llevado a la aventura de conocer “al primer compañero de nuestro Padre Félix”; Moisés huérfano, solitario, solidario y apóstol, me ha comenzado a revelar su secreto de cohesión interna, alegría y fecundidad: “Mi espíritu propio es ese caminito de la infancia espiritual, de la pequeñez, del abandono”. De ello escribía el P. Salvador Sánchez: “El que haya recibido este carisma de Infancia Espiritual, yo fui testigo de ello en muchísimas ocasiones, cuando lo oía predicar daba gusto oírlo hablar de la Paternidad de Dios, daba gusto ver cómo se emocionaba cada vez que tocaba ese tema.  De veras sacudía, de veras impresionaba… Se daba uno perfectamente bien cuenta de que no era una cosa aprendida de memoria, sino que era una cosa “vivida”; él hablaba como un verdadero hijo cuando se trataba de Dios, y él hablaba de Dios como un verdadero Padre, de veras con ternura que impresionaba”(…).         Domenico Di Raimondo, MSpS.

Tomado de la Editorial del Cor Unum de Septiembre de 1999 pp. 115 y 116. Caja 31 Cor Unum

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