Hace 100 años
CC CCA pp. 63-66 – Julio 1924
Algo me consolaron estas reflexiones:
Dios es un abismo… y nunca llena a un alma con su plenitud, sino cuando Él, a su vez convierte al alma en un abismo… ¿Quién podrá comprender lo que un alma sufre para convertirse en abismo?…
La mano de Dios cavando… ahondando implacablemente… pero a la medida que cava, penetra, y a la medida que ahonda, llena…
Dios penetra los abismos…[…] El alma en absoluta impotencia…
Dios hace los abismos en las almas para penetrarlos Él mismo…
No se puede sufrir sin consuelo; Dios, que lo supo bien, nos dejó dos consuelos, la Eucaristía y María. Un consuelo divino y otro humano.
Jesús tomó un consuelo humano, tuvo necesidad de consuelo; en su vida oculta, a María, y en la pública a Magdalena. La pura y la arrepentida. Amor ardiente… amor penitente…
Jesús es el hombre por excelencia y tuvo un Corazón por excelencia y sin embargo buscó consuelo y busca todavía.
Toda paternidad es un misterio de dolor… El dolor es la pérdida, o la ausencia de un bien.
La manera divina de consolar es devolver el bien perdido, como Jesús a la viuda de Naím que le dijo: “No llores” y le devolvió a su hijo. [Lucas: 7, 11-17]
La manera humana de consolar es compartir la pena, compadecer. Por eso Jesús busca consuelo humano, derramar sus confidencias y hacer nuestras sus penas.
La misión de los Oasis es, ¡Consolar a Jesús! Ser bálsamo de sus heridas. ¡Arrancar las espinas a su Corazón!
Dios mío, Jesús de mi vida, ten compasión Tú de mí y vuélveme tu amistad y tu gracia.
Si me quieres abismo, cava, rompe la roca de mi alma, de mi amor propio y pasiones, de todo lo que estorbe tu acción en mí, tu posesión en mí, tu unión conmigo la miserable criatura. pero ayúdame a no quejarme, a dejarme hacer y deshacer.
Hace 50 años
25 ANIVERSARIO DEL ALTILLO.- Estamos contentos porque el Señor fue bueno con nosotros!, decían los israelitas cuando palpaban la bondad y la misericordia de Dios en su vida, en su historia.
Verdaderamente vivimos este Aniversario en un ambiente de gran alegría, de extraordinaria unidad y de un inmenso sentimiento de Acción de gracias a Dios.
Con el fin de que nos conocieran un poco más nuestros amigos, comenzamos los festejos con 2 conferencias: una sobre la obra de los Misioneros del Espíritu Santo y otra acerca del espíritu de las Obras de la Cruz. La primera estuvo a cargo del P. Salvador Sánchez, uno de los pioneros de la Congregación, como él mismo nos dijo “uno de la primera horneada”, un auténtico testigo de la obra de la Congregación desde sus principios. Con el Salón completamente lleno, el P. Salvador nos hizo una exposición salpicada de vivencias de los primeros Misioneros. Todos pudimos comprender cómo desde el principio la misión de la Congregación fue la difusión del Reinado del Espíritu Santo en las almas.
La conferencia del P. Ignacio Navarro fue algo especial. Para comenzar tuvimos que cambiar de lugar por la cantidad de gente que acudió. Fue en a cripta, donde caben alrededor de 250 personas. Ahí, cerca de Nuestra Madre, casi sintiendo su presencia, el P. Navarro nos ilustró con su maestría y profundidad habituales, los distintos aspectos del mensaje de las Obras de la Cruz y el instrumento que escogió Dios no sólo para comunicar ese mensaje sino para encarnarlo en ella y convertirse así en el modelo más perfecto que tenemos a nuestro alcance para imitarlo y realizar la misión que Dios quiere de todos nosotros en el mundo actual.
La Misa del día 12, miércoles, fue la misa de Acción de gracias de los miembros de la Congregación que pasamos por aquí y de alguna manera compartimos un momento de la vida del Altillo a lo largo de estos 25 años. Se reunieron cerca de 35 sacerdotes concelebrantes, varios teólogos y novicios y muchos de nuestros viejos amigos. La misa fue cantada en gregoriano, como en los tiempos antiguos. Fue maravilloso volver a alabar al Señor con esas Melodías tan inspiradas y que representaron tanto en la vida del Altillo, en realidad fue el motivo por el cual el Altillo se hizo famoso durante varias décadas. La capilla volvió a vibrar con los melismas del canto Sacro. El P. General presidió esta hermosa ceremonia con el P. Jesús Ma. Padilla y el P. Victoriano Uribe, exrectores del Escolasticado. Después pasamos a la comida, donde tuvimos una convivencia muy alegre y cordial. Un grupo de señoras a las órdenes de Reyna Piastro, gran amiga del Altillo preparó y sirvió esta comida.
El P. Ramiro Moreno animó la convivencia presentando a los que contaron anécdotas de distintas épocas del Altillo, reminiscencias que fueron la sal y pimienta en algún momento de la vida de los Misioneros en estos 25 años.
El jueves 13 volvimos a tener otra Concelebración, ahora para toda la gente que en alguna forma está ligada al Altillo. La presidió el P. Manuel Castillo en unión con el P. General y el P. Marco y 13 sacerdotes más. La comida en el jardín resultó un éxito. Fue un verdadero ágape fraterno con más de 500 personas distribuidas en todo el jardín, que compartieron con nosotros estos momentos de amistad. Fue como la culminación simbólica, en un clima de familia, de estos acontecimientos.
Todo ello nos hizo exclamar, como decía al principio: “¡Estamos contentos porque el Señor fue bueno con nosotros!” Tomado del Cor Unum de Julio de 1974 pp. 101-102
Hace 25 años
PASCUA – GUERRA – PENTECOSTÉS
Quisiera compartir con ustedes la experiencia que he vivido últimamente y la manera como la liturgia y la vida han ido encontrando un camino de unidad interior. Al compartir con ustedes espero no sólo establecer un medio de comunicación, sino también dejar en el corazón de cada uno una pregunta que toque la vida.
La Pascua en Europa, y de alguna manera en todo el mundo, ha estado marcada por la cruz de la guerra del Kosovo. Ciertamente en Italia el tema es común y angustiante, y en nuestra comunidad de Roma es la noticia de todos los días.
Con este sabor comencé a vivir la Semana Santa, tratando de acoger con realismo ambas realidades: Pascua y guerra, vida y muerte, triunfo y derrota, amor hasta el extremo y odio encarnizado. Ciertamente resonaba en mi interior el grito litúrgico: ¡Cristo ha resucitado y vive para siempre! Sin embargo, la realidad circundante resonaba de manera semejante: “el cuerpo de Cristo” aún hoy se debate entre el hambre, el dolor, el miedo y la muerte. Los rostros de los niños, el llanto de los hombres, la angustia de las mujeres del Kosovo lo hacen patente; no dejan lugar a duda que el Cristo-total sufre aún dolores de parto.
En oración he buscado ir más al fondo y preguntarme sobre el porqué de esta guerra. Entrando – aunque sea por un momento más allá de los motivos que la prensa ofrece incluso más allá de las acciones concretas – la respuesta sigue siendo la misma: El dinero, el poder y la fuerza en el corazón de los potentes destruyen y aniquilan a los pobres y los pequeños. Cristo, en muchos de los hombres y mujeres que forjan la historia aún no ha nacido… ¡quizá ni siquiera ha sido engendrado!
Los brotes de bondad, de caridad y de apoyo solidario: las conocidas manifestaciones contra la guerra realizadas en las principales capitales del mundo, la plegaria del Papa y de los líderes de las iglesias ortodoxas y sus enviados, la presencia de la Cruz Roja y de otras agencias humanitarias y los intentos de paz nacidos en diversas instancias internacionales hacen más patente todavía, que el cuerpo total de Cristo aún no ha resucitado a la vida nueva de amor, solidaridad y fraternidad.
¿Y entonces…?
Pentecostés está cobrando para mí un sentido nuevo y existencial; se está transformando en una oración dolorosa y suplicante; se está convirtiendo en un grito de esperanza:
→ ¡Señor, que triunfe el amor sobre el odio!
→ ¡Jesús, que reine la paz y no la guerra!
→ ¡Espíritu Santo, que tu ley de amor fraterno sea grabada en nuestros corazones para que florezca en acciones que construyan el cuerpo entero de Jesús!
→ ¡Padre, escucha la oración sacerdotal de Jesús y por ella, cambia la torre de babel en un nuevo Pentecostés!
→ ¡Jesús, que al dejarme tocar por a realidad que vive hoy tu cuerpo total, tu Espíritu haga de mí un verdadero Misionero del Espíritu Santo en el mundo y para el mundo!
¿Cómo has vivido tú la Pascua y Pentecostés en 1999?
Con afecto fraterno:
Doménico Di Raimondo, MSpS.
Tomado del Cor Unum de Julio de 1999 pp. 89-90