Dra. Mariana Gómez
AHMSpS
En el 2025 se cumplen sesenta años de la clausura del Concilio Vaticano II. Este evento marcó un antes y un después para la Iglesia católica en el mundo. Para las órdenes y congregaciones religiosas esta etapa fue solamente el inicio de un periodo de renovación y serio discernimiento que duró muchos años.
El decreto “Perfectae Caritatis” de Pablo VI invitó a las y los religiosos a seguir el aggiornamento, reinventarse y transitar a una nueva realidad a partir de las bases más importantes para la Iglesia. Esto significó regresar continuamente a la inspiración originaria de los insititutos, tener como regla suprema el seguimiento de Cristo, conservar con fidelidad el espíritu y propósito de los fundadores, promover el conocimiento adecuado de las necesidades de la Iglesia y una correcta renovación espiritual.[1]
Para los Misioneros del Espíritu Santo este periodo fue complejo, al igual que para otros institutos de vida consagrada. La Congregación tomó las cosas con calma y esperó a que se publicaran todos los documentos del Concilio. De 1965 a 1968, el entonces Consejo General envió a algunos Misioneros a distintas partes de Europa para saber qué se estaba haciendo en otras congregaciones y cómo se estaban renovando. Además, se comenzaron a formar comisiones de estudio para temas diferentes, tales como liturgia, economía, hermanos coadjutores, postulantado, pastoral y formación.
Este material sirvió para definir los temas más importantes que trataría el siguiente Capítulo General, que se tituló “De Renovación”. La primera etapa tuvo lugar en julio y agosto del año 1968 y la segunda de enero a abril de 1970, ambos en la Casa San José del Valle. Esta segunda etapa fue necesaria debido a la gran cantidad de temas que se retomaron. Durante estos años, la preparación para los capitulares fue intensa y requirió de mucho trabajo.

Padres capitulares en la Casa San José del Valle en agosto de 1968.
AHMSpS, Fototeca, Casa San José del Valle.
En el marco de la inauguración de esta segunda etapa del Capítulo General de Renovación el entonces Superior, R.P. José Guzmán Ponce de León, publicó una carta circular fundamental para la historia de los MSpS. En ésta compartió a la Congregación los cinco principios de renovación a partir de los cuales el Capítulo General trabajaría. Este documento, publicado hace cincuenta y cinco años, fue una larga circular que informó a la Congregación lo importante y definitorio que sería el Capítulo para el futuro congregacional.
El documento original es un largo mecanuscrito de más de ocho fojas. A continuación compartimos parte de esa carta-circular resguardada en el AHMSpS.
CARTA CIRCULAR No. 6-VIII
A todos los Misioneros del Espíritu Santo
Sobre la renovación postconciliar en nuestra Congregación.
- El primer principio de renovación no puede ser otro que la IMITACIÓN DE CRISTO. (…) Todo cristiano está llamado a la imitación de las virtudes y ejemplos de Cristo y aun a su seguimiento. (…) Así, la pobreza lo identifica con Cristo en su despojo y humillación voluntaria y gozosamente aceptada. El religioso se despoja de lo que puede enriquecerlo en este mundo para expresar en sí mismo aquel sublime despojo de Cristo que, siendo igual al Padre por su divinidad, se anonadó a sí mismo y se hizo semejante a nosotros tomando en la encarnación la forma de esclavo. (…) Así el religioso, por su peculiar consagración mediante la promesa de vivir de acuerdo con los Consejos Evangélicos, viene a ser en la Iglesia y a la faz del mundo, un trasunto, una humilde encarnación del mismo Verbo Humanado.
- El segundo principio apuntado por el decreto Perfectae Caritatis es LA FIDELIDAD AL ESPÍRITU DEL FUNDADOR, A LOS FINES PROPIOS Y A LAS SANTAS TRADICIONES, para bien y provecho de la misma Iglesia. (…) En la fidelidad al Fundador, podemos considerar dos aspectos: Primero, lo que hizo el Fundador; segundo, lo que haría el Fundador en las presentes circunstancias. (…) Los que conocimos y tratamos a Nuestro Padre tenemos la grave responsabilidad de presentar a las nuevas generaciones la figura auténtica y fiel de aquel gran hombre. Que nadie pueda achacarnos el crear un mito que pudiera servir de argumento a nuestras polémicas, por bien intencionadas que ellas fueren. Nos basta y sobra amplísimamente con la limpia y simple verdad de lo que él fue, tal y como Dios lo hizo para dárnoslo por padre.(…) Sin duda que ahora, como siempre en su vida, nos repetiría hasta la saciedad: “Ante todo contemplativos y después hombres de acción”.
- El tercer principio de renovación es LA INTEGRACIÓN ECLESIAL de todas las familias religiosas. Este tercer principio nos lleva a mirar las familias religiosas en su carácter de partes integrales del Cuerpo Místico, en el que hay muchos y diversos miembros, cada uno con su función propia, cooperando todos a la perfección del organismo entero. (…) Sabemos que somos Misioneros del Espíritu Santo y que debemos serlo en realidad y no únicamente de nombre. Esto significa que nuestra labor ministerial se encamina a fomentar y actualizar la obra del Espíritu Santo en las almas. (…) Nosotros, los Misioneros del Espíritu Santo, estamos llamados, en nuestra pequeñez personal y en la grandeza de nuestra misión, a fomentar esta acción del Espíritu Santo, a despertar en la mente de los hombres la conciencia de su altísima vocación divina y a trabajar en la Iglesia por que muchos hombres vivan en plenitud esta vocación. (…) Por eso, porque nuestra misión mira a los profundos valores del espíritu, es enteramente necesario que seamos contemplativos.
- El cuarto principio. El Concilio nos manda, de manera clara y explícita que conozcamos el mundo y a los hombres de hoy, para adaptar a ellos nuestro mensaje. El carisma recibido en la inspiración del Fundador, no consiste en una estructura estática que fácilmente conduciría al inmovilismo cómodo y pasivo. El soplo del espíritu es activo, es dinámico, es vehemente. (…) Sabemos bien que, para ir al mundo con garantía de buen éxito, se necesita una fuerte dosis de vida interior, una salud espiritual a toda prueba.
- El quinto principio de renovación es a la vez un camino y una meta. Es como una tónica o un espíritu que penetra todo el impulso de la renovación querida por la Iglesia. Nos pide ella y nos exige que todo ese impulso renovador desemboque en una transformación espiritual que venga del Espíritu Santo y sea guiada por El. (…) Si es el Espíritu Santo quien ha traído a su Iglesia este saludable despertar, su influjo debe ser patente en todo esfuerzo de renovación; de otra manera correríamos el riesgo de tomar por legítimo un impulso surgido de inquietudes puramente humanas o de sugestiones del espíritu mundano.
Insistamos pues, con oportunidad o sin ella, con toda paciencia y con toda clase de argumentos: ANTE TODO CONTEMPLATIVOS.
- DEBEMOS SER CONTEMPLATIVOS para encontrar a Cristo, nuestro divino Modelo, nuestro amado Maestro a quien queremos seguir a donde quiera que vaya.
- DEBEMOS SER CONTEMPLATIVOS para ser fieles a la primigenia inspiración de nuestro Padre Fundador y a nuestras tradiciones más sagradas.
- DEBEMOS SER CONTEMPLATIVOS para poder realizar nuestra misión en la Iglesia como portadores del carisma peculiar de nuestra Congregación.
- DEBEMOS SER CONTEMPLATIVOS para ir al encuentro del mundo con la garantía de no contagiarnos de sus vicios y pecados.
- DEBEMOS SER CONTEMPLATIVOS, en fin, para que nuestra renovación sea efectiva y se realice en espíritu y en verdad.
José Guzmán Ponce de León, MSpS
Superior General
Junto a la tumba de nuestro Padre Fundador, México, D.F., 10 de enero de 1970.[2]
[1] Pablo VI, “Perfectae Caritatis” disponible en: https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19651028_perfectae-caritatis_sp.html (Fecha de consulta: 5 de enero de 2025).
[2] AHMSpS, sección Gobierno, serie Cartas Circulares, caja 58, expediente 1.
Imagen destacada: Apertura del Concilio Vaticano II, el 11 de octubre de 1962 en la Basílica de San Pedro. Fotografía propiedad del Portal Vatican News, disponible en: https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2022-10/hace-sesenta-anos-el-primer-acto-del-concilio-vaticano-ii.html (Fecha de consulta: 3 de enero de 2025).