A las cinco de la tarde del 15 de septiembre –día en que celebramos a Nuestra Señora de los Dolores–, comenzó la eucaristía para dar gracias a Dios por la beatificación del padre Moisés Lira Serafín, tenida el día anterior en la Basílica de Guadalupe.
El canto de entrada fue compuesto por el padre Marcos Alba con textos del padre Moisés: «Yo confío en Dios, soy su pequeño, / abandonado a su voluntad, a sus brazos buenos, / ¡Dios es mi Padre! ¡Yo soy su hijo!, / y porque me ama con amor inmenso, en Él confío».
Presidió la celebración el padre José Luis Loyola, MSpS nuestro Superior General. Lo acompañaron los padres David Padrón, Postulador de la Causa de canonización, y Vicente Monroy, superior de la comunidad de MSpS de San José del Altillo.
Concelebramos como cuarenta sacerdotes ministros, dos de ellos diocesanos y el resto de la Congregación. Participaron otros MSpS: dos Hermanos y varios formandos: novicios, filósofos, efosos, teólogos; estos últimos se encargaron del servicio del altar.
Participaron también varias Misioneras de la Caridad de María Inmaculada –Congregación fundada por el Padre Moisés– y otras religiosas de la Familia de la Cruz, así como Apóstoles de la Cruz de las comunidades del Altillo, seglares venidos de diversos países (Canadá, Estados Unidos, Guatemala, Puerto Rico, Perú…) y de varios estados de la República mexicana.
Un momento significativo fue la entrega de la reliquia del nuevo Beato a los MSpS. David Padrón tuvo la deferencia de pedirle al padre Alfredo Ancona que le entregara la reliquia al padre José Luis. Alfredo fue el anterior Postulador de las Causas de canonización de la Familia de la Cruz, y trabajó con pasión y perseverancia, durante trece años, para impulsar la causa del padre Moisés.
En la homilía, David resaltó las palabras de Jesús que acabábamos de escuchar en la proclamación del evangelio: «Yo hago siempre lo que agrada a mi Padre» (Jn 8,29). El padre Moisés hizo de estas palabras el motor de su vida y el eje de su espiritualidad.
Al final de la celebración, el padre Casimiro Carrillo nos motivó a caminar hacia la santidad, pero no aisladamente, sino ayudándonos e impulsándonos unos a otros. También hizo una invitación vocacional a los jóvenes presentes.
Nuestra celebración en el Centro de Espiritualidad de la Cruz del Altillo fue una fiesta familiar; estuvo marcada por la gratitud y la alegría. Sin duda que también en el cielo hubo fiesta, en la que, además del nuevo Beato, participaron Concepción Cabrera, Félix de Jesús Rougier, Ramón Ibarra, Pablo Guzmán, Luis María Martínez, Alfonso Pérez y todos los MSpS y demás integrantes de la Familia de la Cruz que ya están en la Casa del Padre.
La beatificación del padre Moisés certifica que la Espiritualidad de la Cruz, con el matiz del carisma de nuestra Congregación, es un camino seguro de santidad. Para cada MSpS, caminar cada día hacia la transformación en Jesucristo es una exigencia de «nuestra hermosa vocación» (cf. CD 6). Nuestro hermano Moisés fue el primer MSpS en ser beatificado; esperamos que muchos otros también sean beatificados y canonizados.
Fernando Torre, MSpS – Cronista