Mtra. Mariana Gómez Villanueva
AHMSpS
En el Archivo Histórico de los Misioneros del Espíritu Santo se resguardan una gran cantidad de escritos orginales del R.P. Félix Rougier Olanier. Uno de estos tesoros documentales fue escrito hace cien años frente al Altar y a los “pies del Santísimo”. Félix tituló a este conjunto de composiciones “Meditaciones íntimas ante mi Amadísimo Padre”, escritos a lo largo de casi un año a partir del mes de septiembre de 1924. Éstos son relatos tanto espirituales como autobiográficos que dan cuenta del gran talento por la escritura de su autor.
Conocer las vivencias de Félix en el momento en que éstos fueron escritos ayuda a entender la complejidad de éstos, pues constituyen un desfogue a la gran tensión que él y toda la Congregación vivían en ese momento. Frente al miedo y la incertidumbre, la escritura constituyó una manifestación muy humana para afrontar el arduo camino que los MSpS aún tenían por delante.
¿Qué era lo que estaba viviendo Rougier mientras escribía estos textos? En el mes de mayo de 1924, el padre pidió al papa Pío XI su paso como sacerdote marista a los Misioneros del Espíritu Santo. Hasta ese momento, Félix aún no hacía votos como MSpS, pues aún pertenecía formalmente a la Sociedad de María. De hecho, solamente contaba con permisos temporales de parte de sus Superiores Generales para trabajar en la fundación y el estabecimiento de la Congregación. Él sabía bien que dichos permisos podían ser revocados en cualquier momento, por tanto, se afligía porque no deseaba dejar desamparada a la Obra.
Durante los siguientes meses, que se convirtieron en años, tanto él, Concepción Cabrera y demás prelados esperaron impacientemente la respuesta ante tal solicitud, que llegó, después de un sinnúmero de vicisitudes, en febrero de 1926.[1] El paso de Félix a los MSpS fue uno de los eventos más importantes para la historia de la Congregación, pues le permitió seguir creciendo, fortalecerse y ser reconocida también fuera de México. Así pues, estos documentos son muestra del deseo ardiente que tenía Félix por convertirse en un Misionero del Espíritu Santo y la forma en que trabajó incansablemente por la Congregación.
A continuación, compartimos dos de estas composiciones identificadas con los números tres y cuatro. Los textos se titulan “El Heliotropo” y “La entrega de la Congregación”. Ojalá, querido lector, que los disfrutes.
1924 Sep. Martes 23.
¡A mi Amadísimo Padre!
3. EL HELIOTROPO
Con gran gusto me puse en oración.
Luego la presencia del Padre me envolvió
como en suave atmósfera de alegría.
Me atraía la Mirada del Padre,
Y comprendí que Esa Mirada es Amor…
Mirada por mirada, y Amor por Amor…
Luego sentí que ante el Padre, constantemente,
Debería ser la humilde florecita
que mirando al Sol busca luz y calor.
El heliotropo humilde, pequeño, sin apariencia
pero de penetrante perfume…
¡Oh Padre Amadísimo,
Te lo prometí en hora feliz! – Verte, Verte,
Poseerte, consultártelo todo, y con mucho Amor
Hacer siempre toda Tu Divina Voluntad…
Sí, sí, qué hermoso! – en ésta tu Congregación,
Oh Padre, seremos todos tus heliotropos,
Mirándote, de la mañana a la noche,…
innumerable multitud de florecitas enamoradas,
Enviando su perfume hasta tu Trono…
__________________________
1924 Septiembre, Miércoles 24.
Nuestra Señora de la Merced.
Hoy hace 46 años día por día que entré al Noviciado – 24 sept. 1878.
¡A mi Amantísimo Padre!
4. LA ENTREGA DE LA CONGREGACIÓN
¡Oh Padre amantísimo, te adoro y te amo!
Te amo!…. El amor quiere dar…
¿Qué te daré?…
Y sentí que quiere el Padre tan Amado,
que le diera, como cosa sólo, sólo de Él,
esta pequeña Congregación.
¿Será ilusión o amor propio?
¡Oh Padre tan amado! ¿Qué te puedo dar lo que no es mío?
– Es Tuya en cierto sentido… Tú solo mandas allí…
Oh Padre, en cuanto puedo te la doy.
Te la entrego toda para siempre y sin reserva alguna.
Esta Congregación se unió a su Jesús porque Tú la atrajiste
Nemo venit ad Me, nisi Pater prius traxerit eum…
– Sentí mucho gusto y como un alivio inmenso…
Y también como una pena aguda por no haber dado antes
La Congregación al Amantísimo Padre,
Y como que sentí que no hubiera habido tales espinas,
si nos hubiéramos consagrado al Padre desde el principio…
Oh Padre querido, perdóname y recíbenos por Tuyos.[2]
[1] De hecho, el permiso de su Superior General lo obtuvo en enero de 1925, sin embargo, esta dilación se explica debido a la animadversión que varios personajes en la Sagrada Congregación de Religiosos tenían para con el padre Félix. Jesús Ma. Padilla, El Padre Félix Rougier. Cuarta parte. Fecundidad espiritual, México, Editorial La Cruz, 1989, p. 74.
[2] AHMSpS, fondo FJRO, sección fundador, caja F-XL, expediente 3.