Aniversario de fundación de la Congregación… ¡y del nidito de los MSpS!

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Dra. Mariana Gómez Villanueva

AHMSpS

Como vimos en la primera parte de este artículo, desde 1934 el gobierno de Lázaro Cárdenas buscó poner en marcha la ley de Nacionalización de Bienes. Ésta formaba parte de un gran proyecto gubernamental de repartición y redistribución de tierras, al cual la Iglesia católica enfrentó a partir de una gran diversidad de opiniones.[1] A Cárdenas no le interesó la persecución de la Iglesia ni de los creyentes, sin embargo, tampoco vaciló en defender a capa y espada sus proyectos, como la educación socialista y el cumplimiento de los artículos constitucionales en torno a la libertad de culto, tierras y aguas de la nación y la separación Iglesia y Estado.[2]

Así pues, este periodo se caracterizó por la nacionalización de propiedades que pertenecían a asociaciones, corporaciones o instituciones religiosas. La entonces Dirección de Bienes Nacionales emprendió búsquedas vertiginosas de propiedades que incautar, sobre todo conventos, casas y colegios católicos. El objetivo era que el Estado se encargara de toda obra pública y asistencial, por lo cual, se necesitaron espacios propicios para tal labor.  

En el caso específico de la Congregación, debido a las restrictivas leyes que aún existían respecto a las propiedades de la Iglesia, algunas casas pertenecientes a los MSpS se pusieron a nombre de la Compañía de Bienes Raíces Armida, propiedad del hijo mayor de Concepción, Francisco.

Para 1934, las tres casas de formación de la Congregación corrían el peligro de ser incautadas. Éstas eran: la Escuela Apostólica en la calle de San Fernando, el Noviciado y Casa de Estudios, en la calle de Morelos número 2 y la Casa Sacerdotal, en la antigua calle de Juárez, en Coyoacán.[3]

El día 9 de noviembre de 1934 el padre Edmundo Iturbide recibió informes respecto a que en los próximos días el Noviciado recibiría la “visita” de los agentes del gobierno. Por ese motivo, a partir de enero de 1935 los novicios comenzaron la transformación de la casa: sacaron los objetos de valor, desmontaron la capilla, resguardaron las imágenes religiosas, se llevaron algunos de los libros de la biblioteca y empaquetaron sus sotanas.[4] La capilla se convirtió en recibidor y todos los ornamentos para la misa se sacaban y guardaban en una maleta, según se necesitara. Además, se tomó la decisión de dar las lecciones regulares fuera de la casa, para así distraer a los agentes del gobierno.[5]

Aún con todas estas previsiones, la propiedad fue confiscada durante los últimos días de febrero. A partir de ese momento, los novicios tuvieron que vivir en casas distintas, siempre en búsqueda de lugares en los cuales pudieran quedarse juntos. Los agentes de la entonces Procuraduría General de la Nación los encontraban a cualquier lugar a donde se movían.[6] Una vez que los localizaban hacían inspecciones generales a las casas, para saber si debían proceder a la confiscación de la propiedad o no. Ese era el momento en que los novicios emprendían la huida y la búsqueda de un nuevo domicilio, con la esperanza de perderlos de vista. Así relata estos momentos el padre José Guzmán:

Cierto día de cuaresma en que practicábamos riguroso ayuno, en el momento en que alguien abrió la puerta para llevar la basura al carro recolector, se metieron de rondón cuatro sujetos mal encachados. (…) Comenzó por verificar una minuciosa inspección de la casa. No logró descubrir cosas comprometedoras, pues previamente habíamos escondido todo lo que pudiera comprometernos. (…) Se levantó el acta en la cual se asentaba que vivía en esa casa un grupo de muchachos que decían ser estudiantes del interior de la República. Tal explicación no debió convencer a las autoridades.[7]

El Noviciado de Tlalpan se convirtió en una comunidad itinerante. Aunque los “pajaritos” no querían dividirse, la situación para ellos fue cada día más difícil. Durante estos años de cambios continuos vivieron un sinfín de vicisitudes, habitando en casas viejas y anticuadas y, seguramente, sufriendo también algunas penurias económicas. Sus vidas transcurrían en un contexto de alerta constante, entre los viajes y convivencias diarias, las profesiones, los votos, las tomas de hábito, las visitas de prelados y bienhechores de las Obras de la Cruz, retiros, ejercicios y, cuando había suerte, entre las rápidas visitas que les hacía el padre Félix Rougier. Algunos de los lugares en donde los novicios vivieron durante este tiempo fueron Azcapotzalco, Tacuba, Patriotismo y Mixcoac, hasta que regresaron a la zona de Tlalpan en 1939.

Mientras los novicios y sus formadores vivían en estas condiciones, tanto Francisco Armida como los padres Edmundo Iturbide, Tomás Fallon y Ángel Ma. Oñate intentaron recuperar dichas propiedades a toda costa. El abogado de la Compañía Armida promovió un amparo que, aunque fue negado por la Suprema Corte de Justicia, les dio el tiempo suficiente para que el procedimiento administrativo de nacionalización no llegara a concluirse.[8] Antes de que la Secretaría de Hacienda tuviera el tiempo para dictar una resolución definitiva del caso se promulgó la nueva Ley de Nacionalización de 1940. Con ésta la Oficina de Nacionalización devolvió un gran número de propiedades a sus antiguos dueños. Francisco Armida, como representante legal de la empresa, presentó en 1940 un juicio de cese al procedimiento administrativo de nacionalización sobre lo que había sido la Casa de Estudios y el Noviciado. Éstas fueron devueltas en agosto de 1941.[9]

Siete años después de haberse marchado, en 1942 los MSpS tomaron posesión del predio de la calle Morelos. Durante el tiempo que el gobierno mexicano utilizó el inmueble fungió como un colegio para invidentes, por lo cual, la Congregación tuvo que invertir tiempo y esfuerzo en restaurar la casa y montar de nuevo el Noviciado. La comunidad volvió a sus orígenes y se mantuvo en esa propiedad por casi 38 años más. A principios de la década de los ochenta, se decidió moverlo a la ciudad de Querétaro, momento en el cual cambió su nombre a Noviciado de Santa María Balvanera.

La construcción de la casa que albergaría a los novicios inició a finales de 1978. Para principios de 1980 la comunidad estaba ya lista para trasladarse a su nueva residencia.[10] Este cambio tuvo como contexto el inicio de la etapa de los Vicariatos. Fue un momento de transformaciones y adaptaciones, pues se hicieron importantes redistribuciones de personal entre los Vicariatos y se promovieron esfuerzos por mejorar la promoción vocacional y dar un mejor sustento a las casas de formación. Todo esto se dio en el marco de los esfuerzos encaminados a descentralizar la Congregación, cada vez con más conciencia de que la identidad congregacional tenía presencia más allá de la Ciudad de México.

Aunque a lo largo de su historia la Congregación ha tenido más noviciados tanto en México como en otras partes del mundo, el único que se ha mantenido ininterrumpidamente ha sido éste, el de Tlalpan y, hoy, el de Querétaro. La comunidad ha tenido más de veinte cambios de casa a lo largo de sus 110 años de vida. Aun así, el “nidito” de la Congregación continúa su historia hasta nuestros días. Para cerrar este artículo, comparto algunas palabras que el padre Félix Rougier dedicó a sus “pajaritos”:

PARA MIS AMADOS NOVICIOS:

Obediente como Jesús,
Dócil como María.
Humilde como Jesús,
Modesto como María.
Pobre como Jesús,
Desprendido como María.
Puro como Jesús,
Sin mancha como María.
Compasivo como Jesús,
Caritativo como María.
Recogido como Jesús,
Silencioso como María.[11]

Fototeca AHMSpS, serie Casas, Querétaro, ca. 1980


[1] Roberto Blancarte, Historia de la Iglesia católica en México, México, Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 40.

[2] Ibid., p. 46.

[3] José Guzmán Ponce de León, Un lustro de tiempos heroicos, México, Cendilibro, 1985, p. 50.

[4] “Crónicas de la casa noviciado de Tlalpan”, AHMSpS, Gobierno, Casas, caja 170, noviembre de 1934.

[5] “Crónicas de la casa noviciado de Tlalpan”, AHMSpS, Gobierno, Casas, caja 170, expediente 2, enero de 1935, p. 22.

[6] “Crónicas de la casa noviciado de Tlalpan”, AHMSpS, Gobierno, Casas, caja 170, expediente 2, marzo de 1935, p. 25.

[7] Guzmán, Un lustro de tiempos…, p. 53.

[8] AHMSpS, Gobierno, Correspondencia, subserie P. Edmundo Iturbide, caja 63, expediente 18, 27 de agosto de 1941; Alfredo Vizoso, Dispersión de las Casas de Formación en la persecución religiosa. Misioneros del Espíritu Santo 1935, México, Edición Privada, 2003.

[9] AHMSpS, Gobierno, Correspondencia, subserie P. Edmundo Iturbide, caja 63, 1 de agosto de 1941.

[10] “Agenda de la reunión del Consejo General”, AHMSpS, Gobierno, Consejo General, caja 84, expediente 2, 28 de noviembre de 1980.

[11] “Carta del padre Félix a los novicios. Núm. 7”, AHMSpS, fondo FJRO, caja F-LVII, agosto de 1918.

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